José M. Murià
N
o es esta la primera vez que la emprendo en la defensa de María del Carmen Aristegui Flores. Ya sé que no le hace ninguna falta mi colaboración, pero una amistad que ha trascendido por tres décadas no puede quedarse al margen cada vez que es objeto de una arbitrariedad o de una injusticia.
Podríamos hablar de muchas acciones de Carmen que han contribuido a la profilaxis social y al principio fueron objeto de vituperio. En tiempos recientes recuerdo su valiente denuncia de los desfiguros de Marcial Maciel, pero haciendo memoria me viene a la mente también un programa de televisión que hicimos juntos con el título de La agonía del tequila, que contribuyó sobremanera a la recuperación de esta bebida y al incremento de su prestigio. Quizá sea ya hora de preparar una antología de sus mayores éxitos y mejores intervenciones, así como de tantos pillastres a quienes les ha parado los tacos.
No me preocupa tampoco que Carmen se quede sin chamba, pues las ofertas menudean. De hecho, como ha sucedido al menos en un par de ocasiones anteriores, lo que ella ha sufrido ahora es una nueva caída para arriba…
Estoy indignado, como tanta gente y basta. Tales cosas no nos gusta que sucedan en nuestro país, lo mismo que tantas otras… Hay países que son mejores, es cierto, pero también lo es que hay muchos más que son peores. Sin embargo, ello no me quita el coraje ni la rabia que produce la impotencia por el hecho de que se pueda ser lambiscón a tal extremo y de tal manera más papista que el Papa, como para enredar más las cosas de lo que están.
Bien podría ser que el presidente Enrique Peña Nieto les diga a los señores que todos sabemos aquello de
no me defiendas, compadre.
El incómodo tema de las casas adquiridas hace ya tanto tiempo se iba diluyendo sin dejar mayor huella, cuando tan importante empresa comunicadora lo regresa de sopetón al primer plano con unas acciones que, si pretendían agradar al jefe del Ejecutivo, más bien le hicieron un triste favor, con el agravante de que, al no estar el horno para bollos, gracias al nefasto legado de la
docena trágicapanista, sazonado con alguna que otra metida de pata más reciente, contribuye sobremanera a calentar más la situación.
Si es cierto que hay intención o tendencia a ponerle bozal a la crítica de las acciones de gobierno, la decisión de MVS parece confirmarlo. Si no es así, creo que al gobierno de la República y a todo el mundo le convendría un contundente e inequívoco desmentido.
Una periodista del prestigio y la popularidad creciente de la señora Aristegui, que cubre el país entero, debe considerarse como un bien de la nación, en vez de lo que están tratando de hacer en su contra algunos, también más papistas que el Papa, que andan buscándole chichis a las culebras para menoscabar su imagen.
Que cada quien haga las cosas que tiene que hacer de la mejor manera posible y, por lo tanto, dejen que cada periodista haga también las suyas a su modo. Si Carmen ha violado alguna ley, hay mecanismos legales para ponerse en marcha, pero querer acabar con ella a pedradas no es solamente una villanía, sino también una estupidez contraproducente.
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