De todas, Trump se llevó todas // México, república maquiladora
Carlos Fernández-Vega
▲ Planta de la alemana Volkswagen en el estado de Puebla.Foto Afp
E
n materia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), tanta gritería, tanta amenaza y tanto chantaje en contra de México le resultaron más que productivos al salvaje de la Casa Blanca. Donald Trump se excedió en sus pretensiones negociadoras para así sacar una raja mucho mayor del acuerdo, y si no lo lograba entonces tenía en el bolsillo el pretexto dorado para dar por terminado el acuerdo comercial (lo que, dicho sea de paso, también alcanzó, porque ahora será bilateral).
Pero lo que el energúmeno no calibró es que el equipo peñanietista estaba dispuesto a ceder en todo, y más, con tal de evitar la ruptura y mantener vigente el tratado, posición inaceptable en un gobierno medianamente representativo de los intereses nacionales.
A partir de la entrada en vigor del TLCAN, el primero de enero de 1994, la dependencia de la economía mexicana del mercado estadunidense creció sustancialmente, hasta alcanzar niveles difícilmente reportables en otras áreas del planeta. Y peor será con el nuevo acuerdo.
Según dicen, México se convirtió en potencia exportadora, pero en los hechos se transformó en mera república maquiladora, y los compromisos del acuerdo comercial sólo hundieron a la industria nacional y a no pocos sectores de la actividad económica interna. Muestra de ello es que para que nuestro país exporte está obligado a importar la mayoría de los insumos necesarios para poder terminar el producto que enviará al extranjero.
Otra: de acuerdo con información oficial, las principales empresas exportadoras mexicanas son trasnacionales, como en el caso de General Motors, Daimler Chrysler, Ford Motor Company, Volkswagen, Nissan, Sony, Hewlett Packard y otras por el estilo, lo que denota que la actividad exportadora no petrolera de México registra una creciente concentración, al tiempo que no aporta mayor impulso al crecimiento y el desarrollo del país.
De hecho, como de tiempo atrás advirtió la Cepal,
más de 73.3 por ciento de las exportaciones mexicanas son realizadas por 340 empresas (no necesariamente de dueños distintos), que representan apenas uno por ciento de todo el mercado exportador. En México, el número de empresas exportadoras disminuyó de 1.1 por ciento respecto del total de negocios en el país en 2012 a 0.7 por ciento en 2016, pero el monto promedio exportado por empresa se duplicó, pasando de 5.5 millones a 10.7 millones de dólares.
Con el correr de los años la situación ha empeorado: en 2005 la información gubernamental documentaba que en ese año apenas 601 empresas se quedaban con 76.3 por ciento del valor exportado. En 2016 el número de empresas se había reducido a 340, pero el ingreso creció sustancialmente.
Por si fuera poco, el nuevo acuerdo entre México y Estados Unidos aumenta los privilegios al sector automotriz trasnacional que opera en el país, y ni con el pétalo de una rosa alteró el esquema salarial para los trabajadores mexicanos, quienes se mantendrán con un ingreso 10 tantos inferiores al que, por la misma actividad y calidad de mano de obra, obtienen sus pares en los otros dos países firmantes del viejo TLCAN.
En este sentido, la Cepal aporta otro elemento: actualmente el sueldo medio que reciben los trabajadores de la industria automotriz que opera en México es de 2.38 dólares por hora, mientras sus homólogos estadunidenses ganan cerca de 24. A las trasnacionales el armado de vehículos en México, no en Estados Unidos, les genera ahorros en costos laborales de entre 600 y 700 dólares por vehículo terminado.
En números cerrados, las trasnacionales automotrices instaladas en México obtienen ganancias adicionales de entre mil 200 y mil 400 millones de dólares anuales por la abismal diferencia salarial.
Las rebanadas del pastel
Entonces, si para la economía mexicana el panorama ya era complicado antes del nuevo acuerdo, con éste la situación no tiene por qué ser mejor.
Twitter: @cafevega
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