viernes, 31 de agosto de 2018

México SA

Peñalandia ataca de nuevo // Realidad mata propaganda
Carlos Fernández-Vega
A
lo largo de las pasadas tres décadas y media el crecimiento económico mexicano ha sido más que raquítico y a duras penas el promedio anual supera 2 y piquito por ciento. Sin embargo, el Banco de México ha tenido la gentileza de informar que, de acuerdo con sus cálculos, el resultado será aún peor en 2019, primer año del nuevo gobierno.
De acuerdo con la información publicada por La Jornada (Roberto González Amador), la economía nacional enfrentará un escenario de menor dinamismo durante el primer año del próximo gobierno. El Banco de México anunció ayer una disminución en el pronóstico de crecimiento para 2018 y 2019, ajuste que implica una menor generación de empleos formales. Además, anticipó que tardará más de lo previsto que la inflación se acerque a la meta oficial, un retraso causado por el alza en el precio de las gasolinas y el gas de uso doméstico, principalmente.
Para 2019, calcula el Banco de México, el crecimiento económico sería de entre 1.8 y 2.8 por ciento, un rango 0.4 puntos porcentuales menor al previsto antes de las elecciones de julio, y el ajuste sería producto de “la caída en la actividad económica en el segundo trimestre de este año –cuando se registró una contracción trimestral de 0.2 por ciento– y la dinámica esperada para el cierre de 2018. También refleja la continua caída en la inversión por el sector público, que ha recurrido al recorte del gasto en este rubro para reducir el déficit en las finanzas públicas. En general, se ve un entorno con mayor debilidad en la actividad económica” (ídem).
Lo anterior sería imposible si se atiende el bombardeo propagandístico con motivo del último informe de gobierno de Enrique Peña Nieto, pues (versión EPN: unidos haremos que lo bueno siga contando, gracias a todos, México se ha transformado) nunca el país gozó de tanto progreso y felicidad como en el sexenio que está por concluir, el cual heredaría economía sólida, finanzas públicas estables, deuda pública a la baja y crecimiento sostenido en todos los trimestres. Peñalandia, pues.
Pero, obviamente, la realidad es inversamente proporcional a la euforia del actual inquilino de Los Pinos. El Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC) nos ayuda a entender de qué se trata: El principal reto económico de la siguiente administración será romper el círculo vicioso provocado por un modelo basado en el estancamiento estabilizador, de ajuste fiscal restrictivo, que ha provocado el sacrificio de la inversión pública y privada; deberá aplicar nuevos esquemas de política económica, pues el modelo actual ha mostrado sus límites.
Entre 1983 y 2018, el promedio de alza anual del PIB es de sólo 2.3 por ciento. Entre 1953 y 1982 fue de 6.3 por ciento. Se redujo la inversión pública de 11 por ciento del PIB en 1981 a menos de 3 por ciento en 2017. Hoy se invierte no sólo menos que en 1993, sino prácticamente la mitad de lo que se realizaba en 1980.
Entre 1953 y 1982 sólo un año tuvo registro negativo en el PIB, justamente el último. Después de esa fecha se han registrado seis. De 1995 a 2009 fueron los más graves, sólo comparables a las caídas de la Gran Recesión de 1929 (con su secuela en 1932) y la contracción económica contabilizada en la época de la Revolución Mexicana.
Para tener un marco de referencia, las seis caídas del PIB registradas después de 1983 sólo son comparables (por el número de años con datos negativos) con el periodo de la lucha armada en México (1910-1917) y con la crisis política de los años 20. El modelo que defiende EPN apenas alcanza para un alza de 2.3 por ciento como promedio anual; el correspondiente al periodo 1953-1982 fue de 6.3 por ciento.
Las rebanadas del pastel
Por cierto, Peña Nieto asegura que la deuda pública va a la baja, pero la Secretaría de Hacienda documenta que de julio de 2017 a igual mes de 2018 ese débito aumentó 9 por ciento. ¿Así o más descenso?

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