martes, 1 de febrero de 2011

México SA


Nómina burocrática: 3 billones

Cobran como si trabajaran

Ebrard y la nueva “izquierda”

Carlos Fernández-Vega

En plena euforia calderonista por el gran crecimiento” de la economía mexicana en 2010 (el cual dicho sea de paso, no alcanzó para cubrir el enorme cráter de 2009), es menester recordar que –a pesar de las fanfarrias– en los últimos cuatro años (con adivinen quién sentado en Los Pinos) ese mismo “navío de gran calado” (Calderón dixit), como desde la residencia oficial bautizaron al enclenque cuan dependiente aparato económico nacional, reporta un “crecimiento” anual promedio de apenas 0.8 por ciento, uno de los más reducidos, por no decir el menor, de América Latina en igual periodo.

El resultado oficial sobre el comportamiento económico mexicano en 2010 (aunque desde ahora se presume un crecimiento de 5.3 por ciento (contra un desplome de 6.5 por ciento en el año previo) lo divulgará el Inegi dentro de tres semanas, aunque será notoriamente distinto al que desde ya se festeja en Los Pinos y conexos. Qué bueno que la economía repuntara en el año que recién concluyó, pero es obvio que no alcanza para mantener los de por sí precarios niveles de bienestar que los mexicanos tenían en 2006, cuando concluyó el sexenio foxista, durante el cual tampoco se reportó mejoría en dichos niveles.

Pero bueno, con eso de que a foxistas y calderonistas les gusta sumar y nunca restar, amén de que manejan el calendario a conveniencia, parecería que el sexenio de “vivir mejor” comenzó en enero de 2010 –no en diciembre de 2006–, porque el machacón discurso oficial no cede en su empeño de hacer grande la fiesta que se traen en Los Pinos por el referido “gran crecimiento”, el cual, dicho sea de paso, será mayor al que ya estima para 2011. Sin embargo, el balance real del cuatrienio calderonista no es otro que el referido líneas arriba: 0.8 por ciento, recuento que por obvias razones queda fuera de la celebración y del discurso.

Lo mismo sucede con la generación de empleo formal. Fiesta por aquí y por allá por los 730 mil registrados en el IMSS a lo largo de 2010. Qué bueno, porque un número igual de mexicanos accedió a una plaza laboral, aunque la mayoría de ellas correspondió a los menores niveles de ingreso y de cualquier suerte no alcanzó a cubrir la demanda de fuentes de empleo. Pero qué más da: fanfarrias, “pésele a quien le pese”, como diría el carismático Javier Lozano. En este renglón los calderonistas también dan la impresión de que el sexenio arrancó en enero del año pasado, “y allí están los buenos resultados” (el de Los Pinos y todo su gabinetazo dixit).

Y sí, allí están los resultados, pero de cuatro años de estancia en la residencia oficial, periodo durante el cual la generación de empleos formales acumula 757 mil plazas, de las que el 96.5 por ciento se registraron en 2010. En los otros tres años, sólo 27 mil. De cualquier forma, el promedio anual en ese lapso es menor a 190 mil plazas, cuando la demanda real fluctúa entre un millón y un millón 200 mil. Así, a lo largo del calderonato y en el mejor de los casos, sólo 19 de cada 100 mexicanos en edad y condición de laborar logró colarse en el mercado laboral del sector formal de la economía, y más de una tercera parte de ellos lo hizo de forma eventual.

El discurso, pues, festivo e insistente; la realidad, cruda y con ganas de empeorar. Si al de Los Pinos y su gabinetazo les pagaran por lo primero, sin duda alguna serían multimillonarios Forbes, pero como se supone que les pagan por lo segundo, entonces su deuda con el país y con quienes lo habitan es descomunal, y contando.

En los hechos, cobran sueldos y prestaciones como si los desquitaran y lo hicieran de maravilla. Cada año la nación gasta una verdadera fortuna para mantenerlos como monarcas (rey el de Los Pinos, príncipes los del gabinetazo y corte el resto de la burocracia). ¿Algún país, con el desastroso resultado que reporta el calderonato, pagaría casi 3 billones de pesos para mantener a esa suerte de monarquía? Lo dudo, pero en México, muy a pesar de sus habitantes, sí.

Esa es la cantidad mágica: casi 3 billones de pesos de diciembre de 2006 a igual mes de 2010 (información de la Secretaría de Hacienda, sin contar otro tipo de “estímulos”, prestaciones, ajuares y aceites), es lo que le ha costado oficialmente a quienes pagan impuestos en este país, y sólo en términos monetarios, el mantenimiento del aparato burocrático federal, con el señor de Los Pinos y su círculo de leales amistades a la cabeza, no obstante el desastroso resultado del calderonato.

Desde luego que esos “logros” no son presumidos en público, ni forman parte del discurso oficial y mucho menos de la machacona propaganda, pero de que la gozan, sin duda alguna la gozan. Entre otras tantas gracias han procurado, por llamarle así, un “crecimiento” promedio anual de apenas 0.8 por ciento y la generación de empleo formal en proporciones incluso menores a las del foxiato, lo que ya es decir, pero a la hora de autorizarse y cobrar sueldos, más todo tipo de conexos, parece que esos resultados corresponderían a países verdaderamente miserables y no al México “exitoso”, con su “navío de gran calado” que tanto pregonan.

Casi 3 billones de pesos, y contando, para ofrecer ese tipo de resultados es un verdadero atraco a la nación. Cuando se instaló en Los Pinos, la nómina de la burocracia federal (comenzando por la de la residencia oficial) sumaba poco más de 609 mil millones de pesos (5.5 por ciento mayor en términos reales a la de 2005); para diciembre de 2010 las erogaciones se aproximaron a 800 mil millones. Para dar una idea de qué se trata, en el último año referido por cada peso que se destinó a inversión física directa (generadora de riqueza y empleo, entre otras bondades), se canalizó otro peso más 91 centavos al pago de dicha nómina.

Entonces, por mucho que 2010 haya sido un “año dorado”, si en realidad lo fue, nada justifica el discurso triunfal, la machacona propaganda sobre los “logros” y mucho menos la abultadísima nómina oficial.

Las rebanadas del pastel

Mientras los mexicanos gozan el nuevo aumento al precio del gas LP anunciado ayer por la Secretaría calderonista de Economía y pacientemente esperan que el próximo sábado el gobierno federal les de otro gasolinazo, surge la duda: ¿te cae que Ángel Aguirre es de “izquierda” y que el resultado electoral en Guerrero es “un gran triunfo para la izquierda mexicana”? (Marcelo Ebrard dixit y recontra dixit). ¡Qué descubrimiento! Entonces, eso quiere decir que Rubén Figueroa también es de “izquierda”.

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