John M. Ackerman
E
n Estados Unidos hoy se levanta el pueblo indignado no solamente a causa del cobarde e indignante asesinato de un ciudadano afroestadunidense por un policía blanco en Minneapolis, sino también por el fracaso de un sistema neoliberal cada vez más injusto, excluyente, racista e imperial.
Tal como ocurrió durante el sexenio de Enrique Peña Nieto en México, la gestión de Donald Trump ha agravado las contradicciones del neoliberalismo y provocado la ira de su pueblo. El actual ocupante de la Casa Blanca ha llevado al extremo un sistema que genera cada vez mayor desigualdad social y pisotea los derechos de las minorías, los migrantes y las mujeres. El magnate neoyorquino también ha provocado cada vez mayor inestabilidad política internacional con sus constantes aventuras neoimperiales.
Trump cuenta con una amplia base de apoyo. Recibió 62 millones de votos en las elecciones de 2016 y, aunque parezca increíble, su tasa de aprobación se mantiene hoy en aproximadamente 45 por ciento de la población. Sin embargo, su mal manejo de la pandemia del Covi-19 le ha costado apoyos importantes y, en general, las encuestas hacia las elecciones presidenciales de este noviembre colocan al republicano con hasta 10 puntos porcentuales de desventaja frente a Joseph Biden.
La desesperada reacción de Trump a las nuevas protestas exhibe su enorme debilidad. El millonario ha criminalizado la oposición, catalogando como
terroristaa cualquier activista que se defina como
antifascista, ha movilizado el
poder sin límites de nuestros militaresen contra de su propio pueblo, y ha amenazado con disparar contra los manifestantes en la Casa Blanca
con las armas más ominosas que jamás he visto. Todas estas expresiones fueron emitidas en los últimos días por medio de la red social Twitter, plataforma a la cual también ha amenazado censurar por medio de acciones legales que la equipararían con un medio de comunicación tradicional.
Mientras, los policías estadunidenses también empiezan a salirse de control. Circulan múltiples videos de nuevos abusos cometidos por las fuerzas de seguridad contra la población. Un video particularmente viral en las redes sociales muestra cómo una patrulla arremete contra un grupo de manifestantes en Nueva York (véase: https://bit.ly/2XlbrHi). Las escenas se parecen a las que vivimos cotidianamente en México durante el sexenio de Peña Nieto cuando los policías y militares recibían órdenes para reventar las protestas de la oposición.
En contraste con lo que hoy ocurre en Estados Unidos, en México quienes protestan son los ricos y los privilegiados. Aquí además son manifestaciones mucho más pequeñas y aisladas en comparación con las del otro lado de la frontera norte. Por ejemplo, este sábado desfilaron cientos de vehículos de lujo en una veintena de capitales de la República para demandar la renuncia de Andrés Manuel López Obrador.
A los manifestantes les enoja que el nuevo gobierno se haya negado a rescatar a los grandes empresarios y preferido canalizar todo el recurso público disponible hacia los más pobres. Les indigna que en lugar de recurrir a más deuda, el gobierno haya logrado aumentar el gasto público a partir de la recuperación de más de 17 mil millones de pesos en deudas fiscales de empresas como Femsa-Coca Cola, Walmart e IBM. Les saca de quicio que el gobierno insista en generar empleos a partir de la inversión pública en grandes proyectos de infraestructura, como el Tren Maya o el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, en lugar de dejar todo en manos de los oligarcas y el sector privado.
Pero quizás lo que más marca la diferencia entre Trump y López Obrador son sus respuestas a las protestas de sus oposiciones correspondientes. Si bien el mandatario mexicano constantemente ejerce su derecho de réplica frente a las mentiras de la oposición, en ningún momento ha caído en la tentación de criminalizar, reprimir o censurar a los opositores. Al contrario, en su mensaje en redes sociales de este domingo 31 de mayo (véase: https://bit.ly/36NRpsr )López Obrador reafirmó con toda claridad que
un gobernante sin el apoyo de la gente es como una hoja seca. Hizo un llamado a la oposición a participar activamente en las elecciones de 2021 y 2022 para demostrar su fuerza y consideró
un timbre de orgulloy una señal de su gestión democrática del poder las constantes críticas lanzadas desde los medios de comunicación privados.
Se vale y son bienvenidas todas las críticas y cuestionamientos hacia la gestión de López Obrador. El contexto mundial es difícil y nadie es perfecto. Sin embargo, también hay que valorar que si México hoy estuviera en manos de los conservadores, todo sería un caos. La plena libertad cívica, la honestidad y el decidido apoyo social del gobierno aseguran la paz social y la estabilidad política necesarias para salir bien parados del actual trance histórico de la humanidad.
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