1º de mayo: discurso vs realidad
Todos quieren a Lozano... fuera
Arizona y boicoteo comercial
Carlos Fernández-Vega
El secretario calderonista del desempleo debe estar feliz al constatar uno de sus principales logros: la unidad, prácticamente total, de los trabajadores mexicanos, pero en su contra: el consenso obrero para que Javier Lozano Alarcón deje el puesto que le mantiene Felipe Calderón, y la petición generalizada de que se tire a la basura la contra reforma laboral por ellos promovida. ¡Qué envidia! Desde el primer día en el hueso, este escabroso personaje de la política oficial logró lo que otros, regularmente, tardan el doble.
Cómo estará la cosa, que en materia de “logros” ambos personajes fueron tasados y premiados por los trabajadores el pasado sábado durante la marcha del Día del Trabajo: “los sindicatos independientes del país señalaron al gobierno de Felipe Calderón como uno de los ‘tres peores’ en toda la historia del país, equivalente a los de Antonio López de Santa Anna y Victoriano Huerta; manifestaron el rechazo unánime a la reforma laboral del PAN; condenaron el empobrecimiento masivo de los trabajadores mexicanos y votaron a mano alzada por la ‘salida inmediata’ del titular de la secretaría del ramo, Javier Lozano Alarcón” (La Jornada, Patricia Muñoz y Georgina Saldierna).
Se trata del mismo funcionario (igual priísta que panista, qué más da) que apenas unos días atrás celebró que “la recuperación económica del país está en marcha, y el empleo de regreso y en la ruta correcta… Estamos hablando aquí, muy importante destacarlo, de un registro de trabajadores cotizantes con nombre y apellido, inscritos en el Instituto Mexicano del Seguro Social. No es ésta una estimación, no es ésta una encuesta”. Es decir, está de “retorno” algo inexistente, porque para alcanzar el punto más alto de empleo formal registrado en el IMSS (14 millones 564 mil 569 trabajadores en octubre de 2008) todavía hay que llenar un hueco de más de 223 mil plazas (y la base es la misma estadística, que no encuesta, citada por el susodicho).
Lo anterior en el mejor de los optimismos, porque el cráter laboral abierto por el inquilino de Los Pinos y su secretario del desempleo es espeluznante. Desde que se instaló en la residencia oficial, la población económicamente activa se ha incrementado en 2 millones 800 mil personas; mínimo, sin considerar rezagos, esa debería ser la cifra de empleos formales generados a lo largo de su (autodenominado) gobierno para asegurar que las todo va muy bien; de igual forma, para cantar victoria, como Lozano comprenderá, a estas alturas la tasa oficial de desempleo en el país debería ser menor a 3.58 por ciento de la PEA, o lo que es lo mismo, la prevaleciente el primer día de diciembre de 2006. Lamentablemente, ese indicador se ha incrementado poco más de 50 por ciento durante su plácida estancia en la ex hacienda de La Hormiga, y en el balance se constata que al registro del IMSS se han incorporado 359 mil empleos formales, de los que sólo uno de cada tres es permanente.
Que “la recuperación económica está en marcha, y el empleo de regreso y en la ruta correcta” –según asegura el carismático Lozano Alarcón– lo corrobora el hecho de que en poco más de tres años de calderonato (hasta marzo pasado) mensualmente se han generado poco más de 3 mil plazas laborales en el sector formal, cuando se requieren alrededor 100 mil; que, en igual periodo, al desempleo abierto –siempre según cifras oficiales– se incorporaron, y no por gusto, casi 600 mexicanos cada 24 horas, y al subempleo algo así como 800; que, como única alternativa de sobrevivencia, al sector informal se sumaron mil 200 personas cotidianamente, y que, en fin, más de 8 mil 700 por día engrosaron el ejército de pobres. De ese tamaño es la “verdad” difundida por el pianista poblano.
Calderón y Lozano defienden lo que –cuando menos el primero– 18 años atrás criticaban y calificaban de “mentira”, es decir las cifras oficiales sobre desempleo. Por ello vale recordar algunos pasajes de lo aquí comentado semanas atrás, y compararlos con la felicidad que en esta pareja provoca el que “tengamos una de las más bajas tasas de desocupación” con respecto a economía comparables. Va, pues.
El 5 de noviembre de 1992 el actual inquilino de Los Pinos advirtió: “hoy se nos dice que el desempleo en México es de 2.9 por ciento, y sigue siendo la cifra ridícula e inverosímil. Cuando en economías más desarrolladas (…) las tasas de desempleo alcanzan 7 por ciento y, para no ir más lejos, cuando el propio (gobierno) en sus publicaciones señala un desempleo abierto de 14 por ciento, la tasa de 2.9 por ciento es, repito, ridícula. ¿Por qué? Porque no considera el desempleo en el sector rural; porque sólo se limita a muestreos en las principales zonas urbanas del país; porque considera como trabajador a quien trabaja sin remuneración; considera como empleado a quien trabaja a la semana por lo menos una hora; porque considera como empleado a quien tiene la certeza o la creencia de conseguir empleo en un mes. Aparte, esta cifra de 2.9 por ciento no considera el subempleo… Al iniciar la actual administración uno de cada ocho trabajadores estaba en el sector informal; tres años después uno de cada cuatro está en el sector informal. Otras cifras como esta del desempleo se manipulan al gusto de la autoridad y producen no sólo desinformación en la opinión pública, de suyo grave, sino incertidumbre económica…”. Eso decía y defendía.
Pues bien, si hoy se toman sus exigencias estadísticas de ayer y se integran en un solo renglón, el del desempleo, entonces Calderón debería reconocer que 18 años después de aquella perorata y con él sentado en Los Pinos, la situación laboral es verdaderamente dramática, porque muy lejos está México de reportar una tasa de desempleo como la oficialmente reconocida por el Inegi. En efecto, si se incorporan todos los elementos citados por el diputado Calderón en noviembre de 1992, entonces actualmente el 49 por ciento de los mexicanos en edad y condición de laborar está desempleado. Lo anterior, porque es de suponer que la argumentación por él utilizada 18 años atrás en la tribuna de San Lázaro es igual de válida ahora que entonces, de tal suerte que más allá del fatuo discurso, el hecho atroz, contundente y escalofriante es que uno de cada dos mexicanos en edad y condición de laborar está en el desempleo, de acuerdo con la mecánica de medición defendida por el ahora inquilino de Los Pinos.
Las rebanadas del pastel
Muchos exigen “boicoteo comercial contra Arizona… no compres productos de ese estado racista”. Bien, pero los organizadores fortalecerían la acción en tal sentido si proporcionan productos, marcas y nombres concretos. Sólo así será efectivo el boicot, sino ¿qué se deja de comprar?
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