jueves, 4 de junio de 2020

Astillero

Sesenta mil documentos de prueba // Juicio a García Luna (y Calderón) // Héctor Suárez y las televisoras // Gobernadores ante semáforo
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▲ EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS . Trabajadora del gobierno capitalino limpia la escultura del escritor Benjamín Carreón jugando ajedrez, mientras evita jaque mate del Covid-19.Foto Luis Castillo
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s amplio el abanico de arreglos a los que puede llegar el aparato judicial de Estados Unidos con sus acusados, sobre todo si el curso de un proceso y su eventual desenlace conllevan significados políticos fuertes. Sin embargo, el volumen de imputaciones que los fiscales del país vecino dicen tener contra Genaro García Luna parece apabullante: casi sesenta mil documentos de pruebas, que incluyen correos electrónicos, comunicaciones interceptadas, transacciones financieras y fotografías. Además, se está en espera de más material proveniente de otros países, entre ellos México.
Claro es que un giro de última hora puede llevar a García Luna a acogerse a algún esquema de colaboración con Estados Unidos que aligere su penalidad y le evite la difusión oficial del material acusatorio, pero todo apunta a que el ex secretario de Seguridad Pública y su jefe, Felipe Calderón, supuestamente ignorante de todo lo que hacía García Luna, no podrán negar la colusión con el crimen organizado durante un sexenio de horror.
A la luz del desahogo que hoy se vive, marcadamente en Internet, las piezas de crítica social y política que en su papel de comediante realizó en décadas pasadas el actor Héctor Suárez en la televisión comercial podrían parecer poco atrevidas o fácilmente asimilables por los poderosos entes mediáticos de la época, Televisa y Televisión Azteca.
Sin embargo, como sucedía con otras expresiones culturales, artísticas, periodísticas y de creación intelectual en general, los autores o ejecutantes de ciertas suertes críticas debían buscar y encontrar resquicios y circunstancias que permitieran colocar producciones polémicas en los estantes comunicacionales de los poderes superiores.
Héctor Suárez supo y pudo insertar un sello crítico en sus rutinas humorísticas en los horarios estelares de la televisión comercial y en ello definió su suerte. Fue vetado de las pantallas televisivas dominantes y entrampado en pleitos legales. Sufrieron, él y su familia, amenazas verbales y en una ocasión, pistola en mano, personas desconocidas le amagaron y exigieron que dejara de criticar a quien entonces ocupaba Los Pinos, Enrique Peña Nieto. Ayer falleció, a los 81 años de edad, deseoso aún de emprender nuevos proyectos, sobre todo a través de las redes sociales.
Vale tomar en cuenta que aún a estas alturas, mundo y país cambiantes a gran velocidad, esas televisoras (bajo la conducción de los Azcárraga en Televisa en diversos momentos de la carrera de Suárez, y de Ricardo Salinas Pliego en la etapa de Televisión Azteca) siguen rehuyendo la posibilidad del humor político honesto y continuo (en algunos casos aparecen programas de comedia para ayudar o golpear a determinados partidos o candidatos en tiempos electorales). Ha de decirse, también, que en los mismos canales de televisión pública se mantiene una reticencia no confesa a permitir o promover programas de humor político que toquen por parejo a las figuras del momento.
Es positivo que los gobernadores y el gobierno federal hayan llegado a ciertos acuerdos básicos respecto al llamado semáforo sanitario que irá regulando los tiempos y las formas de desconfinamiento, sobre todo en cuanto a actividades productivas esenciales. Además de otros zigzagueos y contradicciones en los postulados del gobierno federal, y del forcejeo de varios mandatarios estatales (con las divisas partidistas por delante, en pleno ejercicio opositor, y también con aspiraciones electorales inocultables, en otros casos), resultaba desconcertante la incapacidad de esos políticos ejecutivos para asumir como válida una forma consensuada de medición de las circunstancias sanitarias, sus riesgos y la dosificación del tránsito hacia la nueva realidad.
Ayer, con la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, al frente de un grupo de funcionarios federales de primer nivel, se ajustaron criterios con la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago). Ojalá los bocetos positivos se sostengan y se eviten reyertas políticas y partidistas que enturbian un panorama de por sí crítico. ¡Hasta mañana!
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