Desacato en Finanzas // Queja de venta de plazas // Urge explicación
Miguel Ángel Velázquez
A
lgo huele mal en las oficinas del gobierno central de la Ciudad de México. Y es que en la secretaría de Finanzas su titular, Miguel Ángel Vázquez (cerca la bala), se niega a acatar las órdenes del jefe de Gobierno, José Ramón Amieva, y trata de empantanar el proceso de entrega-recepción que ya tiene lugar en la sede de la administración actual.
Miguel Ángel Vázquez, rémora impuesta al gobierno actual por la administración pasada, se ha negado, pese a las instrucciones precisas de Amieva, a entregar la información del área laboral y, según el testimonio de los trabajadores de la dependencia, ahora hay un proceso de venta de plazas que inflaría la nómina del gobierno de Claudia Sheinbaum de tal forma que impediría lograr una gestión sana.
La acusación de venta de plazas señala directamente al subsecretario de Administración y Capital Humano, dependiente de la Secretaría de Finazas, Antonio Paz, y se habla de que un lugar en el gobierno cuesta entre 40 mil y 50 mil pesos, aunque una plaza de bombero se llega a cotizar hasta en 200 mil.
Las denuncias vienen desde la semana pasada y en la Secretaría de Finanzas parece hacen caso omiso a las denuncias, pero si Miguel Ángel Vázquez ha girado instrucciones que no han sido escuchadas, este es el momento de aclarar los dichos de los propios trabajadores, que acusan a la secretaría y a sus mandos superiores de obstruir con fines dolosos el transcurrir del proceso de entrega-recepción de un gobierno a otro.
Se supone que el área de finanzas es la que menos secretos debería guardar al gobierno entrante, y aunque en casi todas las oficinas de gobierno la recomendación por orden de José Ramón Amieva es abrir toda la información a los sucesores, aún hoy se acusa de opacidad, por lo menos en la entrega de los datos de la nómina de trabajadores de la ciudad.
Es difícil imaginar la toma de decisiones sin los datos correctos sobre el número de empleados y su ubicación dentro del gobierno, y si a eso se suma que la misma nómina ha sufrido un proceso de engorda ficticio, parece que se quieren sembrar problemas a Claudia Sheinbaum, es decir, dificultarle el mandato.
Y lo que parece inevitable es que de un momento a otro, pese a todos los pesares, se tenga que prescindir del actual equipo de finanzas que con su desacato han lastimado la muy buena relación que se ha establecido entre los que salen y quienes llegan. El asunto tiene que dirimirse ya porque, además, es muy posible que existan quienes en breve se den cuenta de que fueron engañados, cuando pagaron por una plaza en el gobierno.
El problema se ha destapado y, por tanto, exige una pronta y profunda explicación.
De pasadita
Los accidentes vehiculares con saldo de muertos siguen aumentando día con día, pero los agentes de tránsito, que deberían estar al cuidado de los problemas de circulación, están dedicados en varias partes de la ciudad a apoyar o a ayudar a los empleados de la empresa Operadora de Estacionamientos Bicentenario, esos que gozan inmovilizando autos particulares, pero que son incapaces de poner candado a las llantas de un camión refresquero o cervecero que se estacionan en cualquier parte.
Es una verdadera lástima mirar a los agentes de tránsito que cobran su salario de los impuestos de la ciudadanía, sirviendo a intereses privados y, además, a patrones enriquecidos por el trabajo de los servidores públicos.
Y lo peor: los uniformados son incapaces de buscar la solución a un problema vial que sucede en sus narices porque dicen no estar al servicio de la gente, sino de la compañía privada.
Así pues, que los conflictos en las calles y las avenidas sigan y sigan, y que los agentes de tránsito continúen en su labor de proteger a la empresa privada. Sí, el cambio urge.
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