Octavio Rodríguez Araujo
E
l jueves 3 de julio de 2008 La Jornada publicó una entrevista de Andrea Becerril a Manuel Bartlett sobre las elecciones de 1988, cuando éste era secretario de Gobernación y presidente de la entonces Comisión Federal Electoral (CFE). En esa entrevista Bartlett dijo que el sistema de cómputo electoral no se había caído, que se había callado, supuestamente por saturación de las líneas telefónicas mediante las cuales fluía la información de resultados de los distritos correspondientes. No existía entonces el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP).
El presidente de la República, Miguel de la Madrid, señaló Bartlett en la entrevista, le ordenó que no informara que Cuauhtémoc Cárdenas iba ganando, como en efecto se sabía en varias entidades federativas, comenzando por el Distrito Federal. También comentó que recibió presiones de la dirigencia del PRI y del equipo de campaña de Salinas de Gortari para que la misma noche del 6 de julio
declarara ganador de la elección a este último, lo que no hizo. Ese mismo día se presentaron en Gobernación Rosario Ibarra (candidata presidencial del Partido Revolucionario de los Trabajadores), Cuauhtémoc Cárdenas (candidato del Frente Democrático Nacional) y Manuel J. Clouthier (candidato del Partido Acción Nacional), y exigieron que la CFE, controlada por Gobernación, no avalara ningún anuncio de triunfo hasta que no se tuviera el cómputo completo. Esa noche, empero, Jorge de la Vega Domínguez, presidente del PRI, aseguró que Carlos Salinas de Gortari había triunfado de manera rotunda, contundente, legal e inobjetable. Bartlett, sin embargo, informó ante todas las televisoras presentes que las objeciones exteriorizadas por los candidatos presidenciales (Ibarra, Clouthier y Cárdenas) carecían de sustento y los acusó de haber violado las más elementales normas de civilidad política. Nada dijo, en cambio, de las declaraciones del presidente de su partido al anunciar el triunfo de Salinas de Gortari, ni lo acusó de incivilidad política. Ninguna televisora atendió las réplicas del PAN sobre el silencio del secretario de Gobernación ante el albazo declarativo del presidente del PRI. Algo muy semejante dijo Jorge Alcocer, del Partido Mexicano Socialista, pero tampoco tuvieron eco televisivo sus protestas.
Cuando en Gobernación los priístas se dieron cuenta de que los resultados favorecían al candidato Cárdenas Solórzano, interrumpieron el sistema y se inició, probablemente en la oficina de Óscar Lassé, director de Servicios de Información del Proceso Electoral, la invención de los datos que le darían el increíble triunfo a Salinas de Gortari, quien ocupaba el tercer lugar en la votación registrada en las computadoras de la oposición. La invención de datos no fue un rumor, a mí me lo dijeron varios estimados amigos que trabajaban bajo las órdenes de Bartlett en Gobernación. A falta de PREP y una vez que a las 17 horas con 15 minutos se interrumpió el flujo de información a las computadoras, el presidente de la CFE anunció un receso y, casualmente, con teléfonos saturados y computadoras apagadas, se registró la información que favorecía a Salinas de Gortari, elaborada en los propios escritorios de Bucareli.
Si Bartlett guardó silencio en 1988 por órdenes de Miguel de la Madrid, tuvo la oportunidad de renunciar a su cargo en lugar de aceptar la voluntad de su superior. Pero no lo hizo y tuvieron que pasar 20 años para que lo reconociera en la entrevista citada. En 2008, conviene recordarlo, ya se había distanciado del PRI o más bien de su candidato Roberto Madrazo, llamando al voto útil en favor de López Obrador en 2006. Pero antes, no debe olvidarse, fue premiado por su
trabajoen Gobernación al ser nombrado por Salinas secretario de Educación para luego, en 1992, ser postulado por su partido como candidato a gobernador de Puebla (donde ganó).
De su salida del PRI a la fecha, Manuel Bartlett siguió haciendo política y en 2012 fue acogido por el Partido del Trabajo (PT), fundado con el apoyo de Raúl y Carlos Salinas de Gortari en 1990 para restarle simpatías y votos al PRD. Por el PT Bartlett fue senador y coordinador de su nuevo grupo parlamentario supuestamente de izquierda,
socialistapor añadidura. Ahí devino opositor, especialmente a las reformas energéticas impulsadas por Peña Nieto ya en el gobierno federal.
En la actualidad López Obrador lo ha propuesto como director de la Comisión Federal de Electricidad y no hay razón alguna para objetarlo, que no sea por su pasado. Si sabe o no de energía eléctrica no es el tema. Los directores de las empresas productivas del Estado, antes paraestatales, siempre han sido cargos políticos, como lo fue Reyes Heroles de Pemex, para poner un ejemplo significativo. El problema de Bartlett y para AMLO es que ese pasado no puede ni debe olvidarse, pero quizá todo mundo debe tener segundas y hasta más oportunidades.
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